Mi trabajo nace de mi propia experiencia y de mi experiencia laboral acompañando a personas que, como yo, sintieron que algo dentro pedía ser mirado con más verdad.

Durante mucho tiempo busqué fuera: respuestas, métodos, validación. Hasta que comprendí que lo esencial no se encuentra, se reconoce. Aprendí a mirar mis miedos sin disfrazarlos, a dejar caer las máscaras que me protegían del vacío y a distinguir entre lo que realmente quiero y lo que creo que debería querer.

Ese descubrimiento —tan simple y tan incómodo— cambió mi manera de vivir y de acompañar. Hoy trabajo desde ahí: desde la consultoría humanista y existencial, una práctica que une reflexión y presencia, con la filosofía como base y la experiencia viva como brújula.

Mi enfoque es personalizado uno a uno, orientado a la acción y al propósito. Se centra en cuestiones como el sentido, la libertad, la responsabilidad y la autenticidad. Suelo acompañar procesos de desarrollo personal, liderazgo consciente o momentos de crisis vital.

En sesión, exploramos juntos los hilos que te mueven por dentro: deseos, resistencias, proyecciones, lealtades invisibles. No para juzgarlos, sino para verlos con claridad. Cuando comprendes desde dónde actúas, aparece una libertad distinta: la de elegir con conciencia, no por inercia.

He visto una y otra vez que el cambio verdadero no llega cuando intentamos mejorarnos, sino cuando dejamos de mentirnos.
Ese es el trabajo: despojar lo innecesario, mirar lo que duele y descubrir lo que de verdad te pertenece.